Dama del Crepúsculo: Tefa Gordillo
En la tranquila aldea de Valdenoche, circulaba una antigua leyenda sobre la Dama del Crepúsculo, un espíritu que aparecía en noches sin luna buscando a su hijo perdido. Los aldeanos, temerosos, evitaban salir después del anochecer.
Una noche de otoño, Laura, una joven valiente y curiosa, decidió desentrañar el misterio. Armada con una linterna y su cámara, se aventuró en el bosque donde se decía que el espíritu aparecía. Mientras caminaba, notó una figura etérea entre los árboles: una mujer de rostro pálido y ojos vacíos, vestida con una bata antigua. La figura la miraba con desesperación y señalaba un viejo roble.
Laura se acercó al árbol y comenzó a excavar con sus manos. Encontró una pequeña caja oxidada. Dentro había una carta y una fotografía de la mujer con un niño pequeño. La carta narraba la trágica historia de la mujer, que había perdido a su hijo en un accidente y juró encontrarlo incluso después de la muerte. El niño en la foto llevaba un medallón que Laura había visto en el museo local.
Laura, sintiendo la urgencia del espíritu, corrió al museo. Convenció al guardia nocturno para que le mostrara el medallón. Al tocarlo, sintió una calidez que la instó a llevarlo al bosque. Regresó al roble y colocó el medallón en la caja. Al hacerlo, el espíritu de la mujer sonrió y se desvaneció, liberada al fin.
Desde aquella noche, las apariciones cesaron y Valdenoche volvió a la calma. Laura, por su parte, nunca olvidó la experiencia. Cada vez que paseaba por el bosque, sentía una presencia amable y protectora, como si la Dama del Crepúsculo la vigilara con gratitud y paz eterna.
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